sábado, 18 de agosto de 2007

Cazadores de tesoros y otros especímenes.

Nos robaron de nuevo la cartera. Hace unas semanas tuve un domingo realmente feliz gracias a un reportaje en un suplemento dominical; el dedicado al naufragio del acorazado España. Y no es que la del pobre “Abuelo” sea una historia especialmente apasionante. Lo realmente interesante del reportaje, al menos desde mi punto de vista, era el enfoque que se le daba. Un artículo meramente divulgativo, mostrando de forma digna el ayer y el hoy de uno de los más emblemáticos barcos de nuestra Armada. Por fin un artículo sobre un naufragio sin historias de tesoros, riquezas ocultas, piratas, memorias históricas y otras zarandajas que al final lo único que hacen es confundir a la gente.

Poco me iba a durar el buen sabor de boca. El mes pasado, Odyssey, una empresa especializada en expolios marítimos (no los consideremos arqueólogos o expertos en salvamento marítimo) extrajo una considerable cantidad de monedas de plata de un pecio, al parecer, ubicado en agua del Golfo de Cádiz o Estrecho de Gibraltar. Lo peor del caso es que esto no es la primera vez que sucede. Hace algo más de 10 años otro grupo de expoliadores saqueó el pecio del Douro, un vapor inglés hundido frente al Cabo de Finisterre, en aguas españolas a finales del siglo XIX. Más de diez mil monedas de oro (que hoy pueden ser compradas por internet sin problemas) fueron sacadas a la superficie tras destrozar el casco de hierro del pecio con una suerte de cuchara parecida a las que usan las grúas portuarias. ¿Saben lo más divertido? La Junta de Galicia, a quien corresponde velar por el patrimonio hundido en sus aguas, se enteró del tema por un documental que se pasó por televisión un año después.

Lo de Odyssey, palabra de honor, me lo estaba viendo venir. Llevamos más de dos años viendo por televisión a un amplio elenco de abogados, ecologistas, pretendidos expertos, sabiondos de pacotilla y otros especimenes hablando del Sussex y de sus tesoros, de su plata. Pues bien, al final nos la han dado o mejor dicho, nos la han vuelto a dar tal y como me maliciaba. Si realmente el patrimonio sustraído por Odyssey es español, no creo que proceda del Sussex. Esto significará que Odyssey, tal y como suele hacer, podía estar jugando a dos bandas. Tenía, al parecer, permiso para intentar localizar el pecio del Sussex y al final dio el palo, si me permiten expresarlo así, en otro pecio. Y en las mismísimas narices de nuestros egregios ministros y consejeros. (Y ministras, por favor)

Hay que divulgar la historia de nuestro patrimonio histórico sumergido de forma digna, al igual que se ha hecho con la del acorazado España, enseñando sobre todo a los jóvenes que lo que hay en el fondo del mar es de todos y que a todos nos corresponde conservarlo. Recuerdo en 1992 en Key West, paraíso de los cazatesoros, que conocí a un tipo que lucía colgada del cuello una moneda de plata, una espléndida pieza de a ocho. Su estado de conservación era excelente. Se leía claramente PHILIPUS III DG HISPANIARUM ET YNDIARUM REX 1607. El muy cabrón me miró sonriendo y me comento: – ésta ya no vuelve a España-. Ni falta que hace. Ahora ya se nos las llevan como si nos robaran la cartera.